sábado, 4 de agosto de 2012

Miguel Otero Silva - "Cuando quiero llorar no lloro" (1970)



Un único cuadro cuelga en la penumbra del salón, ejerce su patrimonio acuartelado entre el brocado de la cortina y la caoba de los estantes, es un retrato del doctor Jacinto Peralta Heredia, abogado de nacimiento, ex senador de la República, directivo y accionista de compañías anónimas, propietario y señor de esta casa, padre de Malvina, tío de Victorino. Su luminaria jamás se apaga dentro de la estancia, el sol cernido que trasciende del patio se empoza casi íntegro en sus rasgos preclaros, al atardecer las criadas encienden un hilillo de neón que le contagia su resplandor enfermizo, no le permiten quedarse a solas ni un segundo con sus terciopelos interiores. Los conceptos jurídicos fluyen en espirales de la despejada frente, los cupones bancarios pregonan su liquidez en el oriente de la gruesa perla que le manumisa la corbata negra. Es un óleo académico pero expresivo, obra de un pintor español debidamente afamado, retratista de Alfonso XIII y de la Bella Otero, don Jacinto Eulogio no arriesga su fisonomía a las pinceladas anarcoides de los artistas nativos.
"Todo triunfo es fruto de un largo y mantenido esfuerzo" (es el retrato quien dispara los aforismos), el corpóreo don Jacinto Eulogio, acaparado por el trino de los teléfonos, el ronroneo de las juntas directivas, el correteo de los cocteles a los matrimonios, a los divorcios, a los entierros de sus innumerables amigos, el don Jacinto Eulogio de carne y hueso carece del reposo requerido para un apacible filosofar. "Un voluntarioso y concienzudo esfuerzo es mi biografía, he levantado este hogar con una sola pero virtuosa hija, no dilapido la indilapidable fortuna heredada de nuestro padre, esto lo digo por mi hermano Argimiro, ni la desaprovecho en lirismos visionarios como Anastasio, mi otro hermano, el menor, Anastasio le ha dado por improvisar industrias en un país irreparablemente prestamista. Mis depósitos personales -el retrato de don Jacinto Eulogio deplora in pectore que el pintor no lo proveyera de una sonrisa boyante-de reserva en el British American Bank, ¡después de lo de Cuba uno no sabe lo que puede ocurrírsele a esta negrada novelera que nos circunda!, bueno, mis depósitos personales montan a 840.807,83 dólares colocados al 8 y 5/8 por ciento anual, el informe lo recibí hace una semana, aún recuerdo las cifras con lujo de decimales, tengo una memoria justiniánica".
"El resto lo tengo colocado en acciones inconmovibles e hipotecas precavidas. Y es justicia añadir sigue perorando el retrato ciceroniano de don Jacinto Eulogio que la médula esencial, digamos el sésamo ábrete de mis éxitos, ha sido mi habilidad para captar en sus fibras más íntimas la psicología de este país, mejor dicho, la psicología de la gente que manda en este país, a saber: los generales de uniforme, los políticos pragmáticos y las compañías (también mandaban los latifundistas in illo tempore, hogaño han devenido vejetes de buena familia, momias antisépticas, mendicantes de subsidios, ¿a quién se le ocurre conspirar con un hacendado de cacao pudiendo hacerlo con el gerente de la Standard Oil?) petroleras. Psicología del general de uniforme: la aspiración institucional del general de uniforme es infundirnos miedo, ergo, hay que tenérselo. Psicología del político pragmático: al político pragmático es preciso demostrarle que uno es capaz de jugar tantas cartas al mismo tiempo como las que él juega, o sea, las cuarenta del paquete. Psicología de las compañías petroleras: ninguna, no tienen psicología sino lógica, adaptémonos a su lógica".


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