Se impone, más que nunca, el rigor crítico para desvelar falsas legitimaciones, los nexos artificiales que se establecen entre pasado y presente. Por lo pronto, se trata de penetrar en las entrañas de la construcción de los mitos. Estos nacen y mueren en función de lógicas históricas e ideológicas. La misión del historiador es separar el grano de la cizaña. Los mitos no deben ser otra cosa que objetos históricos en sí mismos examinados bajo el prisma de la razón y desde la exigencia de la honestidad. Se trata de demostrar su relativismo histórico, la multiplicidad de lecturas funcionales que ofrecen a lo largo del tiempo y en función de la identidad de sus intérpretes.

Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado. Premio Nacional de Historia (2012)

... nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que se habían ido abriendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz. Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no a lo que se BUSCA.

Félix de Azúa en Historia de un idiota contada por él mismo (1986)

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Ésta es la ilusión y consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que no sabe nadie!

Antonio Machado en Juan de Mairena (1936)

History has many cunning passages, contrived corridors
And issues, deceives with whispering ambitions,
Guides us by vanities

T. S. Eliot en Gerontion (1920)


jueves, 26 de julio de 2012

"Le fond de l'air est rouge" de Chris Marker

Actualización: escribí originalmente este texto en mayo de 2011 y lo amplié para publicarlo en este blog. La noticia del fallecimiento de Chris Marker el pasado 29 de julio me ha sorprendido y espero con este post hacer un pequeño homenaje a su memoria. La mejor manera de recordarlo es ver su cine y dejarnos llevar por el poder de sus imágenes

"I would have spent my life trying to understand the function of remembering, which is not the opposite of forgetting, but rather its lining. We do not remember, we rewrite memory much as history is rewritten".


¿Qué sentido tiene ver hoy un documental sobre los movimientos de izquierda de los años 60? ¿Acaso tiene alguna cosa que aportarnos unas viejas entrevistas de Régis Debray? ¿Por qué habría que sentarse a pensar sobre el fin del sueño (o de la pesadilla) comunista a estas alturas? En mi opinión, ahora que nos enfrentamos a una recesión que parece ir para largo y que las alternativas parecen difíciles de poner a la práctica, no está de más reflexionar sobre un período clave en el largo triunfo del capitalismo global. Apenas han pasado unos veinte años desde la derrota del proyecto socialista, pero ya es tiempo para reflexionar seriamente sobre su pasado, presente y futuro. Actualmente, las manifestaciones del 15-M o de Occupy Wall Street vuelven a poner sobre la actualidad los movimientos sociales de izquierda. La socialdemocracia parece tener un nuevo líder en François Hollande, que en Francia ha propuesto una salida de la crisis económica por el crecimiento y no por la austeridad, pero aún así el debate ideológico brilla por ausencia, aunque sigue siendo vitalmente necesario. "Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo" decían Marx y Engels en 1848. Siendo optimistas, en 2012, más bien sería el del populismo. Este documental nos habla de una era en que este espectro representaba un verdadero reto a nivel mundial, incluso a veces en forma de guerras y bombas atómicas.
Para acercarnos a Le fond de l’air est rouge debemos de tener en cuenta el extraño perfil de su autor. Para empezar, poco se sabe sobre Chris Marker. Este cineasta, poeta, fotógrafo, escritor y artista multimedia pertenece a esa especie de artistas misteriosos que optan por rodear su vida de secretismo. No hay casi fotos de él, no da entrevistas y una indagación biográfica nos deja con más dudas que certezas. Nacido en 1921, empezó a grabar sus primeros documentales en colaboración con Alain Resnais, director de obras tan influyentes como Noche y niebla (1955) o El año pasado en Mariembad (1961). En sus primeros trabajos ya dio forma a su peculiar estilo de narrar, más cercano al cine experimental. Destacó especialmente como realizador de films sobre temas sociales y políticos. Su compromiso con la izquierda lo llevó a viajar por todo el mundo y realizar filmes militantes por países como la URSS, China, Cuba o los EEUU. De sus obras de ficción, la más conocida es La jeteé (1962), en el que se narra una historia de ciencia ficción en un mundo post-apocalíptico sólo con fotografías. Ha realizado también filmes biográficos sobre Andrei Tarkovski o Akira Kurosawa. Desde los años ochenta, Marker se acercó a las nuevas tecnologías y al arte multimedia. y actualmente sigue publicando algunos trabajos, cada vez más herméticos y enigmáticos. Está considerado en Francia como uno de sus grandes cineastas experimentales y se le dedican exposiciones frecuentemente. Es, por tanto, una figura única en la historia del cine, cuyas obras siempre son sorprendentes por la brillantez de sus reflexiones y la belleza de sus imágenes.
Le fond de l’air est rouge es una de sus obras más extraordinarios. Su larga duración y su ambicioso arco temático la hace un testimonio cinematográfico excepcional. El reciclaje de entrevistas, noticiarios y películas militantes hacen que tenga un interés histórico muy destacable. La coloración de la fotografía, unas singulares piezas musicales y los extraños sonidos ambientales que la acompañan hacen que en conjunto sea una experiencia poderosamente sensitiva. Se trata de un documental diferente y audaz, en el que se va mucho más allá que los típicos reportajes a los que estamos acostumbrados. Una de las características más notables del cine documental de Marker es que siempre se mueve en la frontera entre realidad y ficción. En su filmografía siempre está presente esa ambivalencia entre lo vivido y lo soñado, lo visto y lo imaginado. Considero que en sus documentales no hallaremos ni debemos pretender encontrar un afán aleccionador, didáctico, o científico. Sus películas siempre buscan provocar la reflexión sobre cómo miramos y qué recordamos. Esta preocupación no sólo se ve en el contenido que nos explica, sino en la misma forma en que se desarrolla la narrativa cinematográfica. Los fotogramas que pasan frente a nosotros no son tratados como unas simples fotografías, sino como símbolos e iconos cargados de significados y asociaciones. En la emocionante secuencia inicial queda clara esta intencionalidad. Al ritmo del atronador arreglo de Luciano Berio de la Ritirata notturna de Madrid (originalmente compuesta por Bocherinni) vemos fragmentos de El acorazado Potemkin intercalados con breves instantes de noticiarios. Los símbolos revolucionarios son inequívocos. Los tropas represoras, el hombre ensangrentado, el mártir en la capilla, la mujer que carga al niño muerto; todos son tipos ideales de una determinada cultura política sobre la que Marker pretende reflexionar.
Una de las grandes virtudes de esta película, es que consigue que la imagen cinematográfica hable por sí misma, gracias un magnífico trabajo de montaje. De esta forma, nos hallamos frente a un cuidadoso ensamblaje visual que nos conduce por su sinuoso pero contundente guión, en el que una imagen nos conecta a la otra por su semblanza formal o emotiva. Así, Marker consigue elipses tan acertadas como la de las tropas represoras que descienden por las infames escaleras de Odessa, a unos soldados que forman filas en La Paz, donde los carteles piden la busca y captura de Ernesto "Che" Guevara. Las secuencias que desfilan a nuestros ojos pasan a convertirse en un vívido recuerdo. En el cine de Chris Marker, la memoria histórica es una secuencia al ralentí de fotogramas que se disuelven lentamente en nuestra retina.
Una vez apuntada esta reflexión forma, ¿qué temas puede plantear semejante película? En resumen, nos hallamos frente a una larga meditación sobre la historia de los movimientos sociales y políticos de izquierda la década de los 60 y 70, llena de digresiones, paréntesis y notas al pié de página. El film inicia con la presentación de la guerra de Vietnam como detonador de una conciencia antiimperialista global. Seguidamente enlaza con las vicisitudes de las guerrillas en América Latina. A partir de estas luchas, traza el recorrido de cómo la resistencia a la hegemonía norteamericana fue el frente común de los movimiento obreros y estudiantiles occidentales. Se trata, pues, del génesis de la llamada Nueva Izquierda, que pasaría a la historia por ser la protagonista de una nueva serie de reivindicaciones y protestas en EEUU y Europa. En las universidades de Berkeley, París y Berlín se respiraba un ambiente revolucionario. Pero, quizás como sugiere el título del documental, el problema es que sólo fue un ambiente, un aire, un movimiento conducido por las frágiles manos de los estudiantes se no fue más allá de explosiva reafirmación vital e identitaria.

Al mismo tiempo, la situación en el bloque soviético era muy diferente. Se le dedica especial atención a la deriva totalitaria del comunismo en la URSS. Los testimonios de Arthur London y de Jorge Semprún ilustran a la perfección como la revolución devoró a sus propios hijos debido a la militarización y represión del estado. Quizás la intervención más interesante sean las breves apariciones de Jean Ellenstein, historiador militante del partido comunista francés, en las que explica como la democracia no estuvo entre las prioridades del leninismo tras la toma del poder en 1917. Tras ella, un breve cartel nos avisa que fue auto-expulsado del partido. El caso de la Checoslovaquia ocupada por los soviéticos en 1968, planteó serias dudas sobre la posibilidad de crear un estado socialista que no cayese en los atropellos dictatoriales del estalinismo. Marker enseña las imágenes de los tanques rusos en Praga y de las masas agitando fanáticamente el Libro Rojo de Mao como una señal ominosa de lo que se había llegado a convertir el comunismo ortodoxo. En el lado occidental, se abordan las discusiones intelectuales y políticas sobre la posibilidad de llegar a formar un gobierno de izquierdas por la vía democrática. Partiendo del caso de Francia, se sigue como la evolución del capitalismo y la coyuntura política nacional acabó por transformar radicalmente la naturaleza los partidos de izquierda. Eran los inicios de las ideas de la socialdemocracia y el eurocomunismo que abrieron un nuevo capítulo en la historia política de la izquierda francesa e internacional. 
El panorama de los años 70 era otro. Las divisiones internas han debilitado el movimiento obrero, los intentos de provocar la revolución por medio de la violencia terrorista en Europa han fracasado y la contrarrevolución fascista en Chile ha aplastado al proyecto socialista de Salvador Allende. En los EEUU, la corrupción política en las altas esferas quedó en evidencia con el caso Watergate y la nueva izquierda se había ido debilitando cada vez más. Marker tampoco se deja las catástrofes y abusos con el medio ambiente que empezaban a formar una consciencia ecologista. El aire revolucionario se evapora por agotamiento o por aniquilación, y aparecen nuevos retos y sensibilidades. Con este desencantado y escéptico final, llegamos a la conclusión de esta historia. El film constituye un verdadero catálogo de los defectos de la izquierda. Errores como el infantilismo ingenuo, el dogmatismo enfermizo, la atomización perpetua o el totalitarismo más cruel aparecen simbolizados por las diferentes imágenes que desfilan ante el espectador. Sin embargo, también es un catálogo de las brutalidades más despiadadas que se emplearon para reprimirla, desde las guerras hasta los golpes de estados, pasando por la represión policial.
El film fue estrenado originalmente en 1977, una fecha bastante significativa. Ese año, la derrota ideológica-política del marxismo era evidente. El conservador Giscard d'Estaing relevó a Georges Pompidou en la presidencia francesa y ya había surgido una nueva oleada intelectual anti-marxista (los nouveaux philosophe encabezados por Bernar-Herni Lévy). 1977 también fue el año en que Robert Bresson estrenaba Le diable probablement, film bastante alejado de los presupuestos ideológicos y estéticos de Marker, pero que ilustra muy bien este ambiente de desesperación ideológica y anímica (como en 1973 lo hacía Jean Eustache con La mamain et la putain). En ella un estudiante deprimido y desorientado vaga por asambleas de radicales que le increpan, asiste a reuniones con ecologistas que le proyectan imágenes de la destrucción de ríos y bosques. La sociedad de consumo sólo le ofrece viajes pagados y productos inútiles. Bresson, católico declarado, también incluye la pérdida de la fe cristiana, cuando vemos entrar al protagonista en una iglesia acompañado de unos delincuentes que se inyectan heroína y se roban el dinero los fieles. Si a Bresson le preocupa de la muerte espiritual de Occidente, Marker nos habla de unas esperanzas de justicia e igualdad social que se hundieron y nos dejaron a merced del capital global. Ambos filmes nos hablan de la crisis de unas ideologías que dieron lugar a lo que los filósofos han llamado decidido llamar posmodernidad.
En 1993 se le añadió a Le fond de l'air est rouge un breve epílogo: ¿qué fue de todo aquello? La situación era nuevamente muy complicada para la izquierda. Tras la caída del muro de Berlín, se encontraba delante de un mundo lleno de desafíos. El capitalismo ha ganado la batalla, si no la guerra nos susurra el narrador mientras nos enseña unas imágenes de la manifestación del primero de mayo de 1977. Y finaliza: aunque sigue habiendo lobos, al mismo tiempo que nos hace ver cómo desde un helicóptero un cazador mata a tiros a unos lobos salvajes. Con este mensaje abierto, termina un film comprometido y valiente que nos conduce por una aproximadamente una vertiginosa década de transformaciones  en la sociedad y en la política. En una época en que los partidos socialdemócratas, ecosocialistas y anticapitalistas se encuentran en una encrucijada ideológica y política, no estaría de más recordar el pasado echándole un vistazo a esta película. A lo mejor se podrían repasar algunos errores y evitar repetirlos. Le fond de l’air est rouge es un canto triste a toda una generación de la izquierda que se propuso hacer la  revolución pero se vio atacada sin cuartel por sus adversarios, fraccionada por disputas internas y superada por la evolución de los partidos políticos. Constituye a mi juicio, un excelente comentario del intento fallido de la izquierda europea de cambiar las reglas del juego. Pocas veces se puede ver en pantalla una crónica política hecha desde los sentimientos tan especial y cuidadosa como esta.

2 comentarios:

  1. "...la Historia, que parece siempre tener mucha más imaginación que nosotros."

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  2. La muerte de Chris Marker -4 días después- le da aún más sentido a este post.

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