Se impone, más que nunca, el rigor crítico para desvelar falsas legitimaciones, los nexos artificiales que se establecen entre pasado y presente. Por lo pronto, se trata de penetrar en las entrañas de la construcción de los mitos. Estos nacen y mueren en función de lógicas históricas e ideológicas. La misión del historiador es separar el grano de la cizaña. Los mitos no deben ser otra cosa que objetos históricos en sí mismos examinados bajo el prisma de la razón y desde la exigencia de la honestidad. Se trata de demostrar su relativismo histórico, la multiplicidad de lecturas funcionales que ofrecen a lo largo del tiempo y en función de la identidad de sus intérpretes.

Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado. Premio Nacional de Historia (2012)

... nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que se habían ido abriendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz. Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no a lo que se BUSCA.

Félix de Azúa en Historia de un idiota contada por él mismo (1986)

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Ésta es la ilusión y consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que no sabe nadie!

Antonio Machado en Juan de Mairena (1936)

History has many cunning passages, contrived corridors
And issues, deceives with whispering ambitions,
Guides us by vanities

T. S. Eliot en Gerontion (1920)


sábado, 6 de octubre de 2012

"Vete de mí"

Aunque Nocturno 29 de Pere Portabella (1968) es una película difícil de ver (creo que los más acertado sería decir hermética porque hay muchos símbolos y códigos que requieren un conocimiento previo para ser descifrados), tiene uno de mis fragmentos preferidos de siempre. A lo largo del film vemos a la protagonista (Lucía Bosé) ir de un lado a otro, huyendo del asfixiante ambiente de la burguesía catalana y de una sociedad alienada. Portabella ilustra estas ideas con algunas secuencias brutales, como una en la que vemos a hombre encorbatado que se siente a ver como retransmiten un desfile militar por la televisión, para luego sacarse los ojos.
Cuando finalmente la protagonista parece abandonar ese tedioso mundo de señores que aprovechan los juegos de golf para espiarse entre ellos, la película abandona el blanco y negro y se pasa al color. Ahora la vemos dialogando con un señor en una mercería, mientras suena con mucho ruido de ambiente el bolero "Vete de mí" cantado por el cubano Bola de Nieve. El señor de la mercería despliega varias banderas. La española, la portuguesa, la brasilera, la japonesa, la francesa, la suiza, la Union Jack de Gran Bretaña... Ninguna le satisface. No oímos los diálogos, no podemos comprender que se dicen. El murmullo de fondo y el piano nos aturden. Todo es muy confuso. La actriz sale de la tienda y se dirige a un lugar que parece una estación. Hemos vuelto al blanco y negro. Entonces sólo oimos la turbina y queda claro que estamos en un aeropuerto. Vemos cómo alza el vuelo un avión hasta se pierde de vista, mientras la cámara hace una panorámica de la oscuridad que rodea el aeropuerto. Y entonces se acaba la película.
En la España de Franco, gris y reprimida, la opción más razonable era huir. ¿Pero a dónde? ¿Cuál podría ser nuestra patria de acogida? Este es el dilema que no se oye pero que intuimos por las banderas. Portabella elige las banderas, el símbolo más sencillo de la nacionalidad. Un simple trapo tintado que no es nada, pero que significa mucho. ¿Qué bandera me gusta más? ¿Acaso puede elegirse así un país? Buenas tardes, me he cansado de ser español, estoy harto de la "estanquera", hoy me siento más francés, déjeme tres metros de esta por favor, gracias, hasta luego.
La música, el murmullo y los inaudibles diálogos le dan a la escena un toque irreal, como los sueños en los que hablamos pero no nos oímos. El nacionalismo es sabido que explota sentimientos que muchas veces son no se verbalizan porque son tan simplones que asustan. No hay comunicación posible. Sólo hay un sentimiento de pertenencia primario (el nacionalismo es, en buena parte, sentirse orgulloso de un país por la casualidad de haber nacido ahí) que Portabella subvierte al ponerlo en un comercio mundano de gran superficie.
Portugal y Brasil eran dictaduras en 1968. El Reino Unido, Francia o Suiza eran democracias... Evidentemente, hay que tener en cuenta el contexto de la pelícla. Portabella era del PSUC y sus ideas políticas marcan su cine. ¿Qué solucionaba un militante socialista en una de las potencias del bloque occidental? ¿Acaso hay algún país por el que valga la pena huir? Sin embargo, en esta escena hay un mensaje subliminal que se les escapó a los censores. La primera tela que remueve el dependiente es de color morado para luego colocarla encima de otras de color amarillo y rojo. ¿La República? Una bandera que inexistente de una nación desaparecida, un proyecto de país abortado por medio de una salvaje guerra en la que colaboraron las potencias del eje (Portugal, Japón) y que las democracias europeas dejaron morir (Inglaterra, Francia...) Cuando la actriz coge el avión, desconocemos su destino. El último plano son los pelados montes de España, dormidos en la noche negra. Nocturno 29 es el nombre de la película. 1968-29=1939, el "Año de la Victoria". 29 años de oscuridad. Los expatriados, los exiliados, los derrotados vagan por la tierra sin hogar. ¿Se puede volver al pasado, a un lugar que no existe?

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